lunes, 18 de abril de 2016

La angustia primó en isla de Muisne y en otros cantones del norte de Ecuador

Fueron momentos de terror los que vivieron los habitantes de Muisne, en el sur de la provincia de Esmeraldas (limita con Pedernales, Manabí). Allí se sintió con mayor intensidad el terremoto del sábado último, que hasta el cierre de esta edición tenía más de 200 réplicas.
Lo mismo ocurrió en otros cantones de la provincia de Esmeraldas y en la capital del mismo nombre, donde habitantes de las zonas cercanas al mar evacuaron ante la alerta de un posible tsunami.
“Todo fue muy rápido. La gente comenzó a correr y a dejar sus casas hasta con las puertas abiertas. Los ventanales traqueaban (sonaban), los espejos y lámparas se cayeron. Lo único que alcanzamos a hacer fue coger a nuestros 2 hijos y salir a la calle sin zapatos”, dijo Luis Alcívar, habitante de la capital de la provincia, quien ayer evaluaba los daños en su vivienda.
Otros, en cambio, perdieron sus viviendas y parte de estas. En Muisne, algunos habitantes aseguraron ayer que hasta el mediodía no recibían a ninguna autoridad de socorro local en la isla y que no querían abandonar el lugar, como hicieron otros, por miedo a que saqueadores se lleven lo poco que les queda.
El jefe político del cantón Muisne, Gerardo Olarte, dijo anoche que 99 casas colapsaron o sufrieron graves daños estructurales en la isla. La zona más afectada del cantón sería la parroquia de Chamanga, localidad cercana a Pedernales.
Olarte acepta que la coordinación de las autoridades para esta crisis no ha sido suficiente. Esto, según Irma del Pozo, miembro de la Asamblea Ciudadana de Muisne, porque la población, en especial de la isla, desconoce la autoridad del alcalde actual, Eduardo Proaño.
La madrugada de ayer, la isla de Muisne estaba casi abandonada, recuerda Wendy Tobar. Según ella, la mayoría de los casi 10.000 habitantes decidieron acudir a uno de los tres albergues definidos en el continente para este tipo de situaciones.
Según Olarte, tres escuelas en esa zona, con una capacidad para 1.200 personas, están habilitadas para albergues.
La mujer, de 29 años, criticó la falta de un puente que una a la isla con el continente. Dijo que de haber existido esta obra se habrían evitado escenas de terror que vivieron los habitantes de la zona al filo del mar, quienes tuvieron que esperar a que una gabarra o lancha estuviera disponible para llegar a tierra.

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